Los bloqueadores de calcio dihidropiridínicos, como el amlodipino, nifedipino, y isradipino, bloquean los canales de calcio en el músculo liso de las arterias, disminuyendo la constricción de los vasos sanguíneos. Esto resulta en una reducción de la presión arterial y una mejoría en el flujo de sangre al corazón.
Por otro lado, los bloqueadores de calcio no dihidropiridínicos, como diltiazem y verapamilo, bloquean los canales de calcio en el corazón, disminuyendo la frecuencia cardíaca y la contracción del corazón. Esto resulta en una reducción de la presión arterial y una mejora en la eficiencia del corazón.