Lejewell (2007) manifiesta que por lo general, a la mayoría de las personas no les agrada dar
retroalimentación negativa a los demás y que se supone que cuando se va a dar, se debe
hacer de la misma manera que la retroalimentación positiva, es decir, con calma, de una forma
considerada, centrada en la conducta y evitando al máximo hacer atribuciones internas.