Un niño menor de siete años por lo general tiene mucha vitalidad, es ruidoso y activo, lo cual es bueno sin embargo sí los padres le exigen que sea un “niño bueno”, es decir que sea calladito y que esté quieto todo el tiempo, esto podría perjudicar al niño. Mientras que por lo general la niña será un poco más tranquila y jugará a actividades como la casita, como a la mamá, a cocinar, esto refleja una identificación con la madre, por su parte el niño acabará por identificarse con su padre tras haber “renunciado” a su madre y ya no ve más a su padre como rival.