En conjunto con estos hábitos, se presenta el carácter del individuo, determinado por emociones y sentimientos aversivos, como lo son los enojos, celos, envidia, vanidad, etc. Aún cuando según el sujeto haya una razón que justifica o explican dichas emociones.
Los sentimientos pueden verse influenciados por si educador. Cuando hay un sistema de recompensa que contrarresta los efectos de una situación desfavorable o desagradable, el infante como respuesta dará pulsiones que culturalmente son útiles. Si por el contrario se le reprime o somete mediante reproches su actitud será inaceptable.