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CAPÍTULO 3. LAS DIMENSIONES DE LA PARTICIPACIÓN DEMOCRÁTICA
NIVELES DE CONTROL DEMOCRÁTICO
La identidad social de sus ciudadanos está basada en la cultura nacional de Estado. Sin embargo, los ciudadanos también son miembros de diversos grupos y subculturas. Es decir, tienen una pluralidad de identidades sociales, una universal y muchas particulares.
Por la misma razón, el control federal y estatal no deben abarcarlo todo, pues si así ocurriese, la noción de control democrático sobre las escuelas perdería su sentido.
Por esto l, los colegios públicos locales desempeñan un papel legítimo al reflejar y responder a las preferencias de las comunidades cara-a-cara, un propósito que muy pocas instituciones políticas pueden llevar a cabo de forma efectiva en nuestra sociedad.
PROFESIONALISMO DEMOCRÁTICO
La responsabilidad profesional de los docentes es mantener el principio de no represión mediante el fomento de la capacidad para la deliberación democrática.
Sin embargo, incluso en muchas de las mejores escuelas, la carga de trabajo de los profesores a tiempo completo es tan grande como para exigirlas continuamente repensar qué es lo que a su juicio constituye una buena enseñanza.
La desvalorización del oficio tiene orígenes estructurales: poco control sobre el trabajo, salario bajo y estatus social bajo.
Mucho más que los médicos o los abogados, los profesores deben transigir en sus estándares profesionales por causas que están totalmente fuera de su control: demasiados alumnos, muy poco tiempo para la preparación de la enseñanza, demasiado trabajo administrativo, muy poco dinero para mantener a sus familias.
Sin embargo, quizá sea posible cambiar algunas de estas causas a través de los sindicatos docentes.
LOS SINDICATOS DOCENTES.
El fracaso de las comunidades democráticas para brindar condiciones de apoyo bajo las cuales la profesión de maestro no sufriese ni de la insolencia ni de la desvalorización del oficio, legitima la organización de los docentes en sindicatos.
Una posible solución sería combinar las ventajas de la pequeña y gran administración, sugerido por Ernest Boyer, es organizar las escuelas grandes en varias menores, escuelas en una escuela.
De esta manera, las escuelas en una escuela pueden evitar que las burocracias escolares destruyan la autonomía profesional de los maestros, mientras que al mismo tiempo crean el potencial para una mayor participación local en la definición de las políticas escolares.
Al otorgar más poder a los docentes y a las comunidades locales, las escuelas en una escuela pueden mantener una sana tensión entre criterios profesionales y comunales.
LA DEMOCRACIA DENTRO DE LAS ESCUELAS
La profesionalidad de los maestros, bien definida, sirve de salvaguardia contra la represión y la discriminación.
Sin embargo, en la medida en que la autonomía profesional enseña obediencia a la autoridad, imparte una enseñanza que se contradice con las condiciones de la deliberación democrática.
De todas formas, la elección de un modelo participativo frente al disciplinario, otorga prioridad al fortalecimiento de la autoestima y al compromiso social y supone una prioridad sostenida por el objetivo democrático de educar a los ciudadanos con voluntad y capacidad para participar en la política.
Pero esta prioridad no es absoluta, sino que se debe dejar de lado cuando el desorden y la arrogancia son tan grandes como para amenazar la empresa misma de la educación en los colegios.
Por tanto podríamos concluir que el cultivo de las virtudes participativas debería tener un lugar más destacado entre los propósitos de la educación primaria, sobre todo a medida que los niños maduran intelectual y emocionalmente y son más capaces de participar en el debate libre e igualitario con sus profesores y compañeros
Como argumentaba Dewey, una sociedad democrática requiere que los ciudadanos tengan un interés personal en las relaciones personales y en el contral y en los hábitos mentales que aseguran lso cambios sociales sin introducir desorden, entonces un nivel sustancial de democracia en las escuelas será útil, probablemente incluso necesario para crear ciudadanos democráticos.
Incluso si los profesores descubrieran que métodos más democráticos estimulan mejor el desarrollo de estas virtudes, aún deberían considerar cuánto hincapié deberían hacer para su desarrollo.
Los propósitos de la educación primaria no se agotan en el cultivo exitoso de las virtudes participativas.
Las virtudes disciplinarias , la adquisición de conocimiento y de disciplina emocional e intelectual, también forman parte de los propósitos de la educación democrática, y al parecer, no siempre se enseñan mejor mediante los métodos más democráticos, sobre todo en los alumnos menos interesados en aprender.