Los signos clínicos de mayor relevancia para la valoración de la profundidad anestésica en la fase de inducción son la abolición del reflejo palpebral y la ausencia de respuesta verbal, sin embargo, son dos signos muy imprecisos y poco fiables. Posteriormente durante la fase de mantenimiento, habrá que tener en cuenta la tensión arterial, la CAM, sudoración, lagrimeo, frecuencia cardiaca y ausencia de movimientos.