Hedonismo:
Es la teoría y doctrina que viene de la escuela de pensamiento griego que afirma que el placer y la felicidad son los bienes intrínsecos que fundamentan la vida humana.
A través de esta doctrina se abandona el sufrimiento, la resignación y la culpa de sentir inculcados por la Iglesia durante toda la Edad Media y se aboga por la recuperación de los placeres sensoriales, carnales y materiales.
Individualismo:
órbita en torno del hombre pero no como una colectividad sino como un individuo singular con deseos propios que puede alcanzarlos sin intervenciones externas, sean divinas, sociales, clericales o estatales.
Escepticismo:
En el Renacimiento se cuestionaba lo que había aceptado hasta ese momento con explicaciones simples. La Iglesia medieval y sus explicaciones simplistas y reduccionistas sobre la ciencia y los aspectos sociales de la vida humana, liberan en los pensadores renacentistas el deseo de buscar respuestas más estructuradas y profundas de los fenómenos naturales y la vida de las personas. De esta inquietud surge el escepticismo. El escepticismo fue la actitud inquisitiva en todos los aspectos de la vida y la ciencia. Por consiguiente, los pensadores renacentistas empezaron a dudar de las verdades o explicaciones ampliamente aceptadas sobre las cosas. El escepticismo dio cabida posteriormente al racionalismo y al empirismo y abrió un abanico de variantes como el escepticismo filosófico, el escepticismo religioso y el escepticismo científico.
Clasicismo:
Se tenía la idea de que cada individuo debía tener conocimiento y habilidades en diferentes campos de interés. Debido a que el antropocentrismo despertó el interés en las capacidades y en la apreciación del ser humano como centro de todo, los renacentistas revalorizaron el conocimiento clásico válido del mundo conocido entonces: el del imperio griego y romano. En consecuencia, los pensadores renacentistas se volcaron a las obras filosóficas, literarias, históricas y artísticas de los griegos y los romanos, las estudiaron, las aprendieron para traerlas de vuelta después de 15 siglos. Gracias a este retorno, se reconsideraron teorías científicas de griegos y romanos que fueron menospreciadas por la Iglesia en el pasado.