Zareth: la neozelandesa Hamblin y la estadounidense D’Agostino se fueron al suelo al chocar esta última con otra rival y llevarse por medio en su caída a Hamblin. Lejos de seguir corriendo, y luchando por estar en la final de los 5.000 metros, la estadounidense quiso redimir su error, en una acción totalmente fortuita, y ayudó a Hamblin a levantarse para continuar. Ahí se dio cuenta D’Agostino que su rodilla le dolía por el impacto de la caída. Fue el turno para Hamblin de tender una mano a su rival, a la que ayudó a ponerse de pie y con la que corrió buena parte de la distancia (aún quedaban 2.000 metros de la prueba) antes de fundirse en un abrazo en la línea de meta, sus tiempos quedaron muy lejos de los requeridos, pero este gesto deportivo fue recompensado