La preservación de las estructuras históricas no es una tarea sencilla, sobre todo cuando se debe proponer una intervención para mejorar su comportamiento sísmico. La conservación del Patrimonio Arquitectónico se debe centrar en tres puntos fundamentales: la seguridad física de las personas, la salvaguarda de los valores intrínsecos del edificio y el uso, actual y futuro, que se le dé a la construcción. Debido a que el daño estructural de una edificación histórica tiene consecuencias no sólo a nivel de costos o pérdidas humanas, sino también a nivel cultural y patrimonial, el estudio de la seguridad estructural de este tipo de inmuebles es de vital importancia. Por lo tanto cuando se interviene una estructura histórica, la seguridad estructural que se debe cumplir va más allá de evitar fallas estructurales mayores y pérdidas de vidas. Se debe buscar, sobre todo, la salvaguarda de los valores intrínsecos del inmueble. Podemos clasificarlos en cinco valores: Arquitectura: El estilo arquitectónico, la distribución de espacios, usos y modificaciones a lo largo de su historia forman parte del valor cultural del edificio histórico. Arte: Reside tanto en su arquitectura, como en todos los demás elementos que le proporcionan una identidad al edificio, como: frescos y pinturas murales, elementos de adorno, bienes muebles conservados en el interior del edificio, etc. Económico: Los edificios y centros históricos son, muchas veces, la atracción principal de una ciudad, creando beneficios económicos directos e indirectos. Historia. El valor cultural histórico no se refiere únicamente a la época en que fue construido, sino también a todos los hechos de que ha sido testigo mudo. Ingeniería: La concepción estructural de un edificio histórico forma también parte de su valor cultural, se muestra en forma tangible las antiguas técnicas de construcción y los materiales usados. Las estructuras de los monumentos constituyen sin duda algún documento histórico y un legado vivo de las habilidades de los antiguos constructores. Lamentablemente, muchas veces el ingeniero no reconoce o toma en cuenta estos valores para proponer el proyecto de intervención y cuando se reconocen sólo algunos de ellos les falta información sobre las técnicas y materiales de construcción de épocas pasadas y eso hacen que el valor de la ingeniería se desprecie y se pierda o mutile al proponer una rehabilitación con técnicas modernas y novedosas. Cuando un ingeniero se enfrenta a un trabajo de esta índole, generalmente se interrelaciona únicamente con el arquitecto quien es el que le marca las pautas a seguir. Lamentablemente, esta falta de integración provoca que, algunas veces, el proyecto estructural no se apegue a los lineamientos básicos de la conservación de edificios históricos. De este modo, la Ingeniería de la Conservación reconoce explícitamente el carácter multidisciplinario de la conservación y sobre todo, la importancia de conservar el valor intrínseco del patrimonio arquitectónico. La combinación del conocimiento científico y cultural con la experiencia es indispensable para el estudio del patrimonio arquitectónico. El objetivo final de cualquier estudio, investigación e intervención debe ser la salvaguarda de los valores intrínsecos del edificio.