Entre los clásicos, esta idea va asociada a una determinada manera de percibir el funcionamiento de la sociedad, concebida como un conjunto de individuos o unidades económicas que se comportan según una serie de leyes y principios inmutables, que definen el funcionamiento del sistema o mecanismo económico. En el siglo XVII, que presencia los comienzos de la Revolución Industrial, que se manifiesta por una gran multiplicación de pequeños talleres y empresas, una gradual liberalización del orden económico mediante la abolición de la servidumbre en las áreas rurales y la destrucción de los gremios artesanales en la ciudad y las restricciones impuestas a la nobleza y al monarca absoluto con el surgimiento de cuerpos legislativos representativos de la nueva clase burguesa en ascenso.