Mientras que, en la Edad Media, las escuelas estaban bajo el control de la
Iglesia, Lutero sostenía que las mismas debían ser gobernadas por el Estado.
Instaba, además, a los príncipes de su época para que obligaran a los padres a
mandar sus hijos a la escuela. Esto no sólo promovería la moralidad, sino que
acrecentaría también la estabilidad del Estado.