Estructuras Clínicas y Psicoanálisis

Clínica

En toda práctica clínica, es habitual tratar de establecer correlaciones entre la especialidad de los síntomas y la identidad de un diagnóstico. Finalmente los éxitos terapéuticos dependen, en gran medida de la existencia de Tales correlaciones.

El psicoanálisis no es una ciencia, debido a la ausencia de legalidad entre la causa y los efectos que, de antemano, invalida toda previsión estabable.

Entendiendo esto debemos partir de ese estado de cosas que nos impone comprobar que no hay inferencia estable entre las causas psíquicas y los efectos sintomáticos en la determinación de un organismo. Esta comprobación es esencial Por lo mismo que se inscribe en contra del funcionamiento habitual de nuestros procesos mentales

La estructura psíquica se constituye para cada uno en función de los amores edípicos.


la estructura psíquica presenta la particularidad esencial de estar determinada de una vez y para siempre

Freud menciona que el síntoma esta siempre sobre determinado por hallarse directamente ligado a la acción del proceso primario, principalmente a la condensación.

Se comprende en tales condiciones, que el síntoma nunca tenga, por naturaleza, sino un valor significativo aleatorio e imprevisible. Como formación del inconsiente, el síntoma se constituye en efecto, por estratificación es significativo sucesivas.

Un escandaloso descubrimiento

«El término perversión es uno de los que se emplean con: más frecuencia en el lenguaje psiquiátrico; lo encontramos habitualmente en las observaciones clínicas, los informes médico-legales y los certificados de internación(. .. ) Ahora bien, si se recorre la bibliografia corriente sobre la alienación mental, si se consultan los grandes tratados de psiquiatría, no se encuentra ninguna obra, ningún capítulo consagrados con ese título a ese tema».

Ese estancamiento del saber procede de la historia de la palabra «perversión». Su sentido no deja de depender de la palabra de la que proviene: la perversidad. Ese sentido moral y religioso es primordial. En~el ser humano hay una duplicidad, una «moral insanity»: quiere el bien, cree en él y lo dice, pero hace el mal. Lleva a cabo el acto de l!,erv!Ir,!ere, nos dice su raíz

latina, vale decir, de <~tergiversan> el_bi~nJ¡n m31!:,Lo que era bueno «Se desvía» y se invierte en su contrario; se hablará así de efectos perversos.

La ruptura freudiana

El escándalo de la novedad del psicoanálisis radica en suprimir la frontera entre perversión y normalidad. ¡Basta de condenas! Hay «impropiedad» (Unzweekmiissi1tkeit), escribe Freud en los Tres ensayos de i905, «en el empleo r~pro batorio de la palabra perversión».

En efecto, todos los niños son «polimorfamente perversos» en cuanto a la meta (Ziel) y el objeto (Objekt), porque la sexualidad infantil es en su origen una libido de las pulsiones parciales con objetos pregenitales (oral, anal, escópica, vocal). Ahora bien, es universal, ya que todo ser humano ha sido un niño:

Sólo la primacía ulterior de lo genital debía permitir la uperación de las perversiones por unificación de las pulsiones parciales de la vida infantil en una sola pulsión totalizadora, dirigida hacia el llamado objeto genital heterosexual, de acuerdo con el modelo de la finalidad biológica de la ~eproducción.

Justamente en ese punto los psicoanalistas se dividen. Para algunos, la perversión sería la persistencia de un fijación a una pulsión parcial: se trataría del signo de un retraso en el desarrollo y la evolución hacia una pulsión parcial: se trataría del signo de un retraso en el desarrollo yilleVolución hacia la pulsión genital.

El comentario de Lacan

La lectura de Lacan consiste en trazar la distinción entre simbólico, imaginario y real. Freud habla de la percepción visual de la ausencia de un órgano real en la mujer. Lacan desplaza a Freud: no se trata de lo r~al, sino del falo imaginario y simbólico. La argume~tación se ordena en tres tien:lpo

l. La madre no tiene el falo P~ el niño que no es :gsicótico1 la _significación del deseo de la madre no está forcluida; designa lo que le falta, es deCIT,el s1gníficado del falo como significante de su deseo. Ahora bien, ese simbólico no carece de efecto sobre lo imaginario. Si el niño ha recibido de su madre la significación fálica de su falta, puede entonces hacerse para ella objeto fálico como imagen (Lacan lo anota como phi minúscula: <p). El sujeto, varón o niña, es por la imagen de su yo lo que falta en la i~dre. Esa es la apuesta en el caso del no psicótico. La ~adre no time el falo, por lo tanto yo lo soy ... ¡paraclla!

I:'.a angustia I Pero esta posición no es evidente por sí misma. Como dice Lacan: «Es siempre la cuestión de saber por qué medio el niño dará a su madre ese objeto del que ellacarece».11-Y áñade: «Todo el camiO:-; en torno def c~á.lcl yo conquista su estabilidad se construye, justamente, en la medida en que él muestra a su madre lo que no es».12 Sí, pero ¿cómo estar a la altura del deseo de la madre?