Una empresa debe ser capaz de impedir la reventa, o el arbitraje. Si la empresa no puede impedir la reventa, entonces un cliente que compra a un precio bajo puede actuar como intermediario, comprando a un precio bajo y revender el producto a otros clientes que estén dispuestos a pagar más por él. En ese caso, el intermediario, y no la empresa que vende el bien inicialmente, capta el excedente.