Junto con los metales preciosos, se desarrollan plantaciones de azúcar, cacao, algodón, tabaco, etc. Se buscaba potenciar el comercio colonial. Por esto, se pierden dos monopolios. El de Sevilla en 1717 al trasladarse a Cádiz y el de Cádiz por los decretos de Carlos III, que establecían la libertad de comercio (1765 y 1778) de los puertos españoles en América. Por este decreto, Cataluña y su industria se ve favorecida.