Además del progresivo crecimiento en estas edades es armónico, de tal manera que se realiza sin cambios bruscos y con unas proporciones corporales similares a lo largo de todo el proceso. Esto, ligado a la maduración del sistema nervioso, a una consolidación del esquema corporal, a una maduración de la lateralidad y a una estructuración avanzada del espacio, conduce a que al final de la etapa, las capacidades coordinativas de los niños/a estén prácticamente al mismo nivel que las del adulto, y esta razón de que esta fase evolutiva sea crucial para muchos de los aprendizajes y desarrollos motrices posteriores.