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Estamos abiertos al infinito: Cruzamos el infinito a cada paso, nos…
Estamos abiertos al infinito: Cruzamos el infinito a cada paso, nos encontramos con la eternidad en cada segundo.
El ser humano, un ser en relación:
Abiertos al encuentro:
El ser humano es un ser social por naturaleza. Solo viviendo en sociedad y estableciendo relaciones con los otros, se puede desarrollar plenamente como tal. La esencia del ser humano, no es la soledad, sino la relación.
Desde que el humano existe se ha preguntado por el sentido del mundo que le rodea y de su propia existencia. Las personas somos curiosas por naturaleza. En algún momento de nuestras vidas, tenemos la experiencia de finitud, de dolor, de encontrarnos con nuestros propios límites y es cuando nos preguntamos por el sentido de nuestra existencia. Hay preguntas que brotan desde el interior más profundo que no resultan fáciles de responder porque sobrepasan las facultades racionales. Y es en la respuesta de estas preguntas donde radica nuestra felicidad.
En estas relaciones el ser humano experimenta lo ilimitado, lo infinito y lo incondicionado. En las relaciones con el mundo exterior, el mundo interior y con los demás se abre la posibilidad de la apertura a la trascendencia y al encuentro con Dios.
Relación con el mundo exterior: La relación del ser humano con el mundo, puede tener diferentes niveles de profundidad.
Puede existir una relación de posesión y de dominio de las cosas. Puedo ser el sujeto que conoce, quiere y posee. En este nivel descubro que siempre quiero algo más de lo que tengo. En todo ser humano, por muy feliz que sea, hay un sentimiento de insatisfacción.
Otra forma de relacionarse con la realidad consiste en ir más allá de la funcionalidad de las cosas. Hablamos entonces de una relación profunda y esencial, y no superficial y aparente. Desde esta perspectiva descubro que la realidad y la relación que establezco con ella puede estar llena de sentido.
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Relación con los otros:
El ser humano es capaz de establecer una relación más profunda y que le conduce a mayor plenitud, la relación con otros seres humanos, las relaciones con un tú. Esta relación no es de oposición o dominio. La persona se transforma en un yo, al encontrar un alguien con quien establecer un diálogo y una comunicación.
Mi vida se llena de sentido cuando alguien me mira a los ojos y me llama por mi nombre. El cristianismo no es una religión de libro, tampoco es una religión de leyes y preceptos a cumplir; nuestra religión es una religión de relación. La clave del cristiano es vivir en una relación de amor con Dios.
Toda relación supera el individualismo. El encuentro no anula mi individualidad, no dejo de ser yo al encontrarme con un tú, sino que tú me haces sentir más yo. El encuentro supera el individualismo y no cae en el colectivismo.
El ser humano experimenta esa sensación de vacío, "me sigue faltando algo". Mis amigos, mi familia, mis relaciones me hacen feliz pero "me falta algo". Es aquí donde aparece la posibilidad de relación con Dios, con el tú.
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El ser humano, un ser abierto a la trascendencia
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Fortaleza personal:
La espiritualidad
Es una fortaleza especial que potencia otras fortalezas. Es una dimensión profunda de la persona que capacita para buscar y encontrar significado y sentido a la vida. La espiritualidad es la capacidad de ir más allá, es la voluntad de trascender lo inmediato y descubrir en lo efímero lo eterno. Es integrar, conectar y trascender la realidad para dar sentido a la existencia. Permite tomar distancia e identificar los puntos débiles y fortalezas de nuestra vida, esto es fundamental para diseñar un proyecto de vida feliz.
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Símbolo:
Las alianzas:
Las alianzas son un símbolo del sacramento del matrimonio. Son un símbolo muy antiguo que está presente en distintas culturas: judía, egipcia, griega, romana... Cuando han proclamado su consentimiento matrimonial con la palabras "prometo ser fiel todos los días de mi vida" se ponen los anillos recíprocamente.
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