Los fascinantes componentes de la estructura de la fibra de lana, logrados por la naturaleza para proteger al
ovino del calor, frío, sol, viento y lluvia, se forman dentro de la piel del animal. Las pequeñas fábricas en donde
esto sucede son los folículos, millones de canales diminutos tubulares donde las células del estrato inferior de la
piel van sufriendo cambios físicos y químicos a medida que se mueven por el canal hacia la superficie exterior de
la piel.
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