En los primeros años del siglo XX, Iván Pávlov, un estudioso ruso, estaba investigando sobre la salivación de los animales, queriendo descubrir su función y composición. Durante los experimentos que estaba realizando, notó que los perros, sus sujetos experimentales, comenzaban a salivar cuando lo oían llegar, incluso antes de ver la comida. Este fenómeno lo intrigó: ¿cómo podía saber que, después de los pasos de Pavlov, llegaría una comida, ¿qué justificaría la salivación? Impulsado por esta incógnita, comenzó a investigar en este sentido y descubrió el condicionamiento clásico.