En 1726 Voltaire se conviertió en defensor del newtonianismo, este ensalza a Newton como luz y progreso de la humanidad y denigra a Descartes y a Leibniz, que representan, según él, aún las tinieblas del pasado. En cambio, Emilie de Châtelet, desde muy joven conoció y apreció la filosofía cartesiana.