Seremos bastante capaces de querernos y de querer. Si, por el contrario, hemos tenido la desgracia de tener que cargar con un exceso de frustración, abandono, maltrato, desidia o indiferencia, es muy probable que, a su vez, acabemos más dominados por el odio que por el amor.
Nos resultará difícil querer, confiar y aceptar el cariño que de los otros, a posteriori, pueda llegarnos.
«el narcisismo y el altruismo crecen y se instalan según sea la experiencia habida con los demás» (Armengol, 1999)