Patiño (1860-1947), admirado y repudiado a la vez, hombre de procedencia modesto, propietario de pocas 4 hectáreas en Uncía (SIP), motivó el desdén de los industriales mineros de Uncía, dueños de vastos yacimientos. Compró las minas de sus participantes y los yacimientos de Huanuni, Colquechaca, Araca, Oploca, Kami, Colquiri; modernizó el proceso industrial, hizo crear maquinaria actualizada. En audaz golpe de mano compró las actividades de la Compañía Estañífera de Llallagua (1923), construyendo la Patiño Mines Enterprises Consolidated (Incorporated) (1924), registrada en el Estado de Delaware (EE.UU.), con lo cual transnacionalizó la industria minera. En París y España ha sido Ministro Plenipotenciario de Bolivia. Secundó a Bolivia a lo largo de la Guerra del Chaco, con aviones de guerra, ciertos recursos, nosocomios y provisión de alimentos. En 1900 Bolivia era la tercera productora de estaño en el planeta y en 1910, la segunda.
La estructura social de las minas de Patiño era abigarrada: Mestizos y cholos 90%; Criollos 3%, Nativos 3%, Extranjeros 4%. Muy lento, a lo largo de masacres y represión militar, los mineros fueron conquistando sus derechos: jornada gremial de 8 horas, 2 horas de acullico y picjcheo, tiempo libre dominical, pagos quincenales, fiestas, indemnizaciones (mutualidad). Frente a la protesta social, Patiño ordenó cerrar pulperías y financió el traslado de fuerza de línea que interpretó cruenta represión.
Patiño viajó con su familia a París (1913) donde fundó una dinastía, se emparentó con condes, compró una mansión en la Av.Foch (1916), el castillo y parque de Valrose, Niza, Francia (1920), y desarrolló intensamente sus negocios en Europa, pero su corazón latía por Cochabamba, donde mandó construir el Palacio de Portales a imagen y semejanza de Valrose (1915-1927) para pasar sus últimos días, anhelo frustrado por su muerte, a los 87 años, en 1947, cuando se aclimataba en Buenos Aires, para subir a su añorada Llajta
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