Platón distingue dos modos de realidad, una, a la que llama inteligible, y otra a la que llama sensible. La realidad inteligible, a la que denomina "Idea", tiene las características de ser inmaterial, eterna, (ingenerada e indestructible, pues), siendo, por lo tanto, ajena al cambio, y constituye el modelo o arquetipo de la otra realidad.
la sensible, constituida por lo que ordinariamente llamamos "cosas", y que tiene las características de ser material, corruptible, (sometida al cambio, esto es, a la generación y a la destrucción), y que resulta no ser más que una copia de la realidad inteligible.
el hombre posee un alma inmortal, llamada alma inteligible, que participa del carácter inmutable y eterno del mundo de las ideas que contempla, que se alberga en un cuerpo perecedero, que surge después del alma, pero que se destruye antes que ella, que dura para siempre.