Posteriormente, Wolin y Wolin (1993) han utilizado el concepto de mandala de la resiliencia para describir a las personas, niños y adultos, que poseen esa fuerza interior, que incluye las siguientes características: introspección, independencia, capacidad de relacionarse, iniciativa, sentido del humor, creatividad y moralidad.
El concepto incluye necesariamente la capacidad de la persona o grupo de enfrentar adecuadamente las dificultades de una forma socialmente aceptable y correcta. Este último aspecto difiere de otras concepciones del comportamiento resiliente según las cuales la persona resiliente se reserva la posibilidad de comportarse de forma “excepcional” cuando las circunstancias son excepcionales.
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