Lubricantes sólidos: este tipo de lubricantes se utilizan para trabajos realizados en condiciones extremas, como por ejemplo, la fricción mixta. Los lubricantes sólidos se pueden utilizar en diversos formatos: pasta, grasa, polvo, barnices de deslizamiento, etc.
Aerosoles: los aerosoles se utilizan especialmente en talleres y para tareas de mantenimiento. Son muy fáciles de utilizar y de aplicar y demás muy apropiados para máquinas de procesamiento de alimentos o aplicaciones en las que se exija el uso de productos seguros.
Aceites hidráulicos: la finalidad de un aceite hidráulico es proteger, lubricar y facilitar la transmisión de la potencia de la mejor manera. Con este tipo de aceites se consigue optimizar la eficiencia de la máquina y alargar su vida útil.
Grasas: son los lubricantes por excelencia. Se utilizan en toda la industria ya que se pueden aplicar en cualquier tipo de ambiente (seco, húmedo, corrosivo, polvoriento, etc) y cubren un rango muy amplio de temperatura, velocidad y carga
Pastas: este tipo de lubricantes son ideales para rodamientos muy lentos, como el balanceo y el deslizamiento. Se pueden utilizar como pasta de montaje, de separación, de liberación o como pastas de temperatura alta.
Es muy importante que para conseguir que la acción del lubricante sea verdaderamente eficaz, antes de aplicarlo se deben limpiar muy cuidadosamente las piezas de la máquina que se quieran lubricar. De esta manera, se consigue un mejor contacto entre la superficie y el lubricante. Los mejores productos de limpieza son las aguas solubles limpiadores y las que contienen solventes.