Stephan Winkelmann, presidente de Bugatti, lo define como "una verdadera obra maestra de la artesanía automotriz", y la realidad es que la compañía ha logrado pulir una joya original, como es el Bugatti Chiron, para conseguir un coche 35 kilos más ligero y optimizado en el apartado aerodinámico.
Para apuntalar el chasis se recorrieron más de 5.000 kilómetros en fase de pruebas, elevando el velocímetros en algunos momentos hasta los 380 km/h (limitado electrónicamente) para ver, entre otras cosas, cómo respondía aerodinámicamente el alerón trasero, que con 1,83 metros de ancho goza de un 23% más de superficie que el del Chiron.
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