Trama: La trama de la historia gira en torno a una mujer que está cansada de las diversiones de su marido, el cual, como tantas otras veces, un día trae un invento nuevo de los japoneses, el cual es una grabadora de recuerdos, la cual puede revivir los recuerdos de cualquier persona. La pareja comienza a "discutir" a causa de ese evento, pues el marido está cansado de que su esposa no comprenda sus pasatiempos y la mujer está cansada de que su marido ponga más atención a inventos como ese que a su relación, argumentando que el interés se le irá con el tiempo, y que en el caso de la máquina de recuerdos no hará más que revivir tumbas podridas y resacas del pasado, además del rencor previo por las indiferencias y las aventuras del hombre. Esta "discusión" resulta con la mujer llorando y con el marido volviendo a la biblioteca a usar su entretenimiento. La mujer, rota por dentro a causa de las traiciones de su esposo, despierta una fuerza provocada por el quebrantamiento de su corazón que la hace levantarse de la mesa para ir a ver a su esposo, encontrándolo a él tendido en el diván de la grabadora de recuerdos, recordando lo que parecía ser una de sus experiencias sexuales con alguna de sus amantes, lo cual causó que la mujer tomara un cuchillo y se lo enterrara en el cuello al que una vez, fue su gran amor.
"...las lágrimas se le agolparon en los ojos con la fuerza de todas las palabras no dichas y él la vio, y templo la frente con ese gesto característico suyo, entre verdadero y teatral, que le servía para mostrar y demostrar sus disgustos, y como tantas veces, dejó el plato apenas empezado y cruzó los cubiertos sobre él y tiro la servilleta y se levantó y salió del comedor" (Ubidia, 1996)
"De pronto algo se rompió en su corazón. Algo que le hizo levantarse de la mesa...y entonces fue hasta la biblioteca. Y allí lo miró, tendido en el diván, la cabeza en la escafandra...y entonces fue (hay que decirlo en voz baja) cuando tomó el cuchillo de mango de marfil. Y supo, por fin, que iba a ser muy fácil cortar, con un brusco tajo, ese conducto palpitante..." (Ubidia, 1996)