Fernández Viader (1996) recoge un ejemplo que es representativo de las posibilidades de la lengua hablada, que se expresa de forma sucesiva, y de la lengua signada, que se expresa de forma más simultánea. Dos palabras no se pueden pronunciar al mismo tiempo. Sin embargo, algunos signos, equiparables a una frase, pueden expresarse de forma simultánea, integrándolos en una expresión signada más amplia en la que se utilizan ambas manos, o las manos y el movimiento de la cabeza.