La advertencia no fue en vano. Según Eusebio de Cesarea, Dios dio una revelación del peligro de guerra a profetas en la congregación cristiana de Jerusalén. Al darse la rebelión judía, huyeron a Perea y se libraron de las calamidades de la guerra. Desde ese entonces, los judíos no permitieron que cristianos entren a las sinagogas. El sitio en Jerusalén duró 143 días. Flavio Josefo, historiador judío, describió ese tiempo de hambre, caos inmundo y muerte.