De acuerdo al MAIS, la atención actual de salud mental es deficiente como se ha podido comprobar en la lectura, y a pesar de que existe la creación de un documento que se interese por la salud mental de la población ecuatoriana, no es suficiente, ya que, en el trayecto del conocimiento sobre su importancia a la población, se han presentado muchas barreras de carácter político, económico, que le han impedido ejecutar su objetivo principal. Así por ejemplo, de todo el presupuesto de salud pública, la salud mental solo recibe el 1,2 % y por si fuera poco de este porcentaje se destina solo el 2% a la prevención y promoción de salud mental, el resto de dinero se centra en el modelo biomédico, en el cual se forman actualmente todos los profesionales, quienes incentivan a la hospitalización de la persona enferma, ideologías que inclinan a que las personas tomen ciertas actitudes o comportamientos desvalorativos hacia las personas con enfermedades mentales e incluso han desarrollado estigmas culturales que impiden que realmente se pueda hablar sobre la salud mental en los ecuatorianos con total libertad y sin temor a cuestionamientos de carácter negativo.
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