Por ejemplo si de niño tu profesor te hacía pasar un mal rato cada vez que te sacaba a la pizarra y tus compañeros se reían de ti, terminaste por asociar hablar en público con una situación angustiosa y por tanto, se convirtió en algo a evitar. Así si, aún pasados unos años desde el incidente escolar, alguien te invita a dar una conferencia, es posible que o bien lo rechaces y por tanto hayas creado una fobia, o bien lo afrontes sufriendo previamente el pánico que te provoca enfrentarte a hablar delante de la audiencia, a pesar de que en ti ya no quede nada del niño de entonces o ni siquiera recuerdes el nombre del profesor aquél, y puede incluso que habiendo olvidado de forma consciente aquel suceso. Pero tu inconsciente no olvida el programa que un día se grabó en tu mente: “Hablar en público es peligroso”.