Las personas más sanas y emocionalmente desarrolladas experimentan alguno de los estados más profundos de los conocidos por la humanidad: experiencias místicas, éxtasis, amor puro, devoción religiosa, y una amplia gama de sentimientos sublimes de difícil descripción y, en nuestra época, limitados a solo un pequeño número de personas.
Los sentimientos positivos tienden siempre a crear en el individuo una sensación de unión con el mundo exterior y por el contrario los negativos tenderán a producir una sensación de aislamiento y separación del mundo exterior.
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