El carácter estratégico de la identidad, que no implica necesariamente, como recuerda Bourdieu, una perfecta conciencia de los fines perseguidos por parte de los individuos, tiene la ventaja de que permite dar cuenta de los fenómenos de eclipse o de despertar identitario, que provocan tantos comentarios discutibles pues, en general, están marcados por un cierto esencialismo