Ante la terrible verdad, Yocasta se suicida. Edipo, consternado, decide romper sus ojos con los broches del vestido de Yocasta, de modo que cuando muera no pueda mirar a sus padres a los ojos en el Hades. Ciego, le pide a Creonte que lo exilie, de modo que Edipo se condena a vivir para siempre como un extranjero, desprovisto de todo poder, afecto y consideración.