La naturaleza: asombra por su generosidad y su tamaño, el romántico la identifica con lo exótico. El desierto, la pampa, la selva, los grandes bosques, la magnitud de las montañas, permiten explorar el color local y su paisaje humano. Así se presentan las características del hombre americano (el gaucho y el indio), sus costumbres, su folclore, las expresiones regionales de su lengua. La vivencia de la naturaleza y su observación es parte de la afirmación de la conciencia de lo nacional. Por eso, aparece el paisaje alarde, es decir, una exaltación de la naturaleza americana como única, original y grandiosa. En este espacio el romántico proyecta sus estados de ánimo, es decir, siente que acompaña en sus alegrías y en sus tristezas. También la naturaleza aparece como una manifestación de lo divino. A través de ella se puede conectar con lo trascendente y lo misterioso.