Popper habla de la necesaria comprobación empírica a la que han de ser sometidos los enunciados para determinar la falsedad de una teoría, de ahí que el autor crea en la experiencia como base de toda teoría, pues concibe a la ciencia empírica como la representación del mundo real o mundo de nuestra experiencia, porque ha de ser posible refutar con la experiencia, un sistema científico empírico. El autor distingue los tres requisitos que debe satisfacer dicho sistema: el primero es que ha de ser sintético, es decir, ha de representar un mundo posible; el segundo es que debe satisfacer el criterio de demarcación; esto es, la teoría, hipótesis o sistemas de teorías no serán metafísicas, sino que representarán un mundo de experiencia posible.
La idea fundamental de esta propuesta es que la experiencia no puede demostrar la verdad, pero sí la falsedad, es decir, las teorías o hipótesis deben ser siempre tenidas en cuenta como certezas, que cada vez irán acercándose más a la verdad a través de las críticas y la detección de errores: una teoría puede ser definitivamente rechazada, pero nunca definitivamente aceptada.
Popper parece creer en una ciencia sujeta a confutación por parte de hipótesis más consistentes; se trata de una ciencia conformada por un conjunto de teorías y modelos que en un momento determinado se han mostrado más válidos que sus coetáneos y han superado con mayor éxito el rigor de las comprobaciones empíricas.