El alma es lo más semejante a lo divino, inmortal, inteligible, uniforme, indisoluble y que esta siempre idéntico consigo mismo, mientras que, a su vez, el cuerpo es lo más semejante a lo humano, mortal, multiforme, irracional, soluble y que nunca esta idéntico a sí mismo... Si las cosas son así, ¿no le conviene al cuerpo disolverse pronto, y al alma, en cambio, ser por completo indisoluble o muy próxima a ellos? Fedón, 80b