El cobre fue uno de los primeros metales que usó el hombre, aunque lo utilizó inicialmente en su estado natural, ya que no había descubierto todavía los procesos metalúrgicos. Así, lo moldeaba gracias a las técnicas del martillado y/o del batido en frío. Posteriormente comenzó a experimentar con su fundición y, cuando ya la dominaba, empezó a realizar aleaciones, mezclándolo con arsénico primero, y con estaño después, dando lugar esta segunda mezcla al bronce.