Su enseñanza enfrenta al discípulo consigo mismo, con sus propias limitaciones, para que pueda romperlas e ir más allá. Con hábiles preguntas lleva al joven a un grado de tensión interior tal que éste, si da el «salto», descubre o prende dentro de sí la llama de lo cierto. Porque la enseñanza es un Sacerdocio, requiere de la magnética presencia del Maestro, que aduce al Guía Interior que todos llevamos dentro. Aunque el fuego duerme en la madera es necesario quien lo prenda, y éste es el Maestro.
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