Una de las características del romanticismo literario más destacadas es que, ahora, el paisaje natural que aparece en las obras artísticas está totalmente supeditado al estado de ánimo del autor. Es decir, si están inmersos en una emoción triste, los paisajes que pintará o que describirá irán en comunión a esa emoción y sentimiento; y lo mismo si se encuentra feliz y alegre. Por tanto, la naturaleza ya no se presentará de modo objetivo sino que, siempre, pasará el filtro de la emoción del artista que la moldeará según sus propios sentimientos.