ORDEN SACERDOTAL:
Este sacramento consagra al que recibe, configurándolo de un modo particular con Jesucristo, y capacitándolo para actuar en la misma persona que de Cristo, cabeza del cuerpo místico de la iglesia.
El sacerdote no es. Por tanto, un delegado de la comunidad, sino un ministro y un representante de Jesucristo, de quien recibe un poder sagrado para apacentar a los demás fieles.
El sacramento del Orden imprime en el alma un carácter espiritual indeleble, distinto al del Bautismo y al de la Confirmación, en virtud del cual quien lo recibe queda marcado para siempre.
De este modo el único sacerdocio de Jesucristo se hace presente en al iglesia por medio del sacerdocio ministerial, hasta el fin de los tiempos.
La iglesia sólo confiere al sacerdocio a aquellos que están dispuestos a abrazar libremente el celibato, pues la consagración que reciben es total y conlleva una entrega al servicio de Dios y de los hombres.