Entre 1943 y 1945, vivió en ocho campos de internamiento diferentes, en Alemania y Polonia, donde tuvo que soportar terribles condiciones que terminaron con la vida de muchos. Ferster recuerda que lo obligaron a cambiar bloques de cemento de un carretero a temperaturas extremas. "Hacía un frío insoportable, unos 25 o 26 grados bajo cero", recuerda. "Los soldados comenzaron a golpearnos, gritándonos y diciendo que no éramos lo suficientemente rápidos. Muchos de ellos no pudieron soportarlo, tenían neumonía. Y algunos murieron". Hacia finales 1943, durante un brote de tifus en un campo de concentración, Ferster cayó gravemente enfermo. Hubo muchos muertos. De nuevo, logró sobrevivir. Sin embargo, Ferster todavía conserva una horrible imagen en su memoria: "Había muchos palés con cuerpos apilados, seis de un lado y seis del otro lado, formando torres altísimas". Finalmente, Ferster fue deportado a Auschwitz. Recuerda muy bien las infames "duchas" y los prisioneros que eran enviados allí. "Nos pusieron en un grupo. A todos nosotros, en un grupo especialmente grande. A la mañana siguiente, algunos fuimos seleccionados para ir a las duchas", cuenta. "Fuimos allí, a la misma ducha donde otras personas habían muerto gaseadas. Pero cuando entramos, cayó agua -en lugar de gas- y pudimos lavarnos". Ferster fue uno de los pocos que sobrevivió a Auschwitz, campo cuya liberación tuvo lugar en enero de 1945. Pero, en la primavera de ese año, a medida que Alemania perdía la guerra, los nazis comenzaron a acelerar su plan para ejecutar a los prisioneros judíos. Como resultado, Ferster se encontró en otro grupo de prisioneros que viajaron por Alemania hasta otro famoso campo de detención,Buchenwald. Fue allí donde Ferster creyó que moriría. Los prisioneros estaban siendo asesinados en masa, día tras día y, la mañana después de su llegada, Ferster estaba con un grupo de compañeros de prisión, esperando un destino similar. Pero, justo cuando Ferster y los demás estaban siendo llamados para su ejecución, el campo fue liberado. "De repente, llegaron los aviones estadounidenses y todos los soldados alemanes huyeron", recuerda. "Y, media hora o una hora después, un tanque americano atravesó las puertas de Auschwitz. Y los soldados nos decían: '¡Sois libres, sois libres!'" Entre lágrimas, Fersted añade: "No me lo podía creer. No me lo podíacreer". Cuando emigró a Inglaterra, trabajó durante un tiempo para una empresa de reparación de máquinas de coser. Más tarde fundó su propio negocio y tuvo gran éxito.