Un motín popular encabezado por el sargento Pío Marcha, que apoyaba esta última opción, precipitó las discusiones del Congreso, que el 19 de mayo proclamó emperador a Iturbide con el nombre de Agustín I. En medio de la alegría general, los republicanos hubieron de sufrir, además, que el Congreso declarase hereditaria la sucesión al trono.