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Deberes y privilegios conyugales, Arnol Brayan Esperilla Torres, image,…
Deberes y privilegios conyugales
Privilegios de la relación matrimonial
Los que profesan ser cristianos deben considerar debidamente el resultado de todo privilegio de la relación matrimonial, y los principios santificados deben ser la base de toda acción.
El deber de evitar los excesos
Llevar a los excesos lo legítimo constituye un grave pecado.
Muchos padres no obtienen el conocimiento que debieran tener en la vida matrimonial. No se cuidan de manera que Satanás no les saque ventaja ni domine su mente y su vida.
Jesús no impuso el celibato
No vino para destruir la relación sagrada del matrimonio, sino para exaltarla y devolverle su santidad original.
El matrimonio es santo y legítimo
La relación matrimonial es santa, pero en esta época degenerada cubre toda clase de vileza. Se abusa de ella y esto ha llegado a ser un crimen que constituye ahora una de las señales de los postreros días.
La consigna sea: Abnegación y templanza
Tenemos solemnes obligaciones para con Dios en cuanto a conservar puro el espíritu y sano el cuerpo, para beneficiar a la humanidad y rendir a Dios un servicio perfecto.
No es amor puro el que impulsa a un hombre a hacer de su esposa un instrumento que satisfaga su concupiscencia.
“Así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella [no para contaminarla, sino] para santificarla y limpiarla,”
¿Por qué procura Satanás debilitar nuestro dominio propio?
porque sabe que mientras las pasiones más bajas se intensifican las facultades morales se debilitan, y no necesita él preocuparse por el crecimiento espiritual de ellos.
Resultados de los excesos
Los excesos sexuales destruirán ciertamente el amor por los ejercicios devocionales, privarán al cerebro de la substancia necesaria para nutrir el organismo y agotarán efectivamente la vitalidad.
Cuanto más se satisfacen las pasiones animales, tanto más fuertes se vuelven y violentos serán los deseos de complacerlas
Los esposos han de ser considerados
Deben manifestar amor y simpatía.
Cuando el marido tenga la nobleza de carácter, la pureza de corazón y la elevación mental que debe poseer todo cristiano verdadero, lo manifestará en la relación matrimonial.
Cuando se empieza a dudar
Ningún hombre puede amar de veras a su esposa cuando ella se somete pacientemente a ser su esclava para satisfacer sus pasiones depravadas.
Las exigencias irrazonables
No es un amor puro y santo lo que induce a la esposa a satisfacer las propensiones animales de su esposo, a costa de su salud y de su vida
Si ella elevara sus afectos, y en santificación y honra conservara su dignidad femenina refinada, podría la mujer hacer mucho para santificar a su esposo por medio de su influencia juiciosa y así cumplir su alta misión.
Nuestro cuerpo es posesión adquirida
Nuestros cuerpos deben ser considerados como su posesión adquirida. Los miembros del cuerpo han de llegar a ser los instrumentos de la justicia.
Arnol Brayan Esperilla Torres