En esta ocasión, Lázaro primero sierve a un pintor de panderos. Pero termina yendo con un capellán después de haber entrado en el interior de una iglesia. El capellán se convierte en su nuevo amo y le da a Lázaro, por primera vez, un trabajo serio y remunerado. Lázaro se queda cuatro años sirviendo a su amo, aprovechando para ahorrar dinero y poder comprarse ropa y su primera espada. Cuando ya ha aprendido suficiente, abandona al capellán y también su nuevo oficio.