La mayoría de la población siente y descubre su orientación del deseo como heterosexual, sin tensión ni dificultades personales o sociales, porque ha sido socializada en el supuesto, que si es un chico, le gustarán las chicas y a la inversa. De hecho, hasta hace pocas décadas, y aún en la mayoría de países, no se contemplaba otra diversidad saludable que no fuera la heterosexualidad.
Una minoría muy significativa, que puede llegar, según se definan los conceptos y se pregunte, a un 5 o 12%, se siente sorprendido en la primera infancia o en la adolescencia, a veces, incluso más tarde, porque sus fantasías sexuales, sus deseos e intereses sexuales, etc., son homosexuales, orientados hacia personas de su propio sexo biológico, o hacia ambos sexos en grados o preferencias diversos.
• Ayudar a los adolescentes a conocerse a sí mismos, ana lizando sus fantasías, conductas y preferencias sexuales y sociales. Es decir, ayudarles a hacer un autodiagnóstico teniendo encuenta la multidimensionalidad las numerosas formas en que puede expresarse el deseo
Si el deseo no está claramente especificado, o muestra claras contradicciones entre diferentes aspectos de la orientación sexual, es muy importante ayudarles a aceptar la duda y esperar, sin temor a que se especifique el deseo en cualquiera de sus formas heterosexual, homosexual o bisexual. Conviene saber también, que hay diferentes biografías sexuales, en cuanto a la orientación del deseo (tanto en los heterosexuales, homosexuales y bisexuales
• Informar a los prepúberes, púberes y adolescentes de la existencia de esta orientación del deseo minoritaria, compatible con la salud, para que no sean sorprendidos o acepten bien a estas personas.
Si la orientación del deseo es homosexual, es bueno ayudar
a los adolescentes para que se acaben aceptando como son.