El sobreviviente atraviesa un proceso paradójico: por un lado, la necesidad de olvidar el trauma y, por otra, la necesidad igual de recordarlo. Además de estos impulsos contradictorios, cada individuo tiene una deficiencia en su capacidad para comprender el trauma, nombrarlo, recordarlo y, paradójicamente, olvidarlo. No es de extrañar que los sobrevivientes no puedan completar el proceso por sí mismos, dejando a sus hijos continuar con el trauma (Auerhahn y Laub, 1998).