El impero romano no solo incrementa el distanciamiento de la naturaleza, sino que desnaturaliza la vida en las ciudades, con construcciones monumentales, con normas, códigos y actividades que solo tienen cabida en una ciudad. Paralelamente, Roma deja de hacer uso de la naturaleza para iniciar el saqueo que llega a nuestros días. El imperio gasta, consume, todo tipo de animales, pieles, piedras, metales, hombres y mujeres como esclavos, maderas y alimentos a escala desmedida.
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