Picasso no deja de hablarnos, en su obra, de sí mismo y de sus circunstancias. Se ha retratado como Velázquez en un lateral y ha colocado a las tres mujeres con las que actualmente tiene algún tipo de relación en este escenario: a T. Walter con quinqué, a Dora, su actual amante, la mujer que llora, en actitud implorante y a su esposa, Olga, bailarina que le está haciendo la vida imposible, quemada entre los restos del Madrid bombardeado.