Al mismo tiempo, Carlomagno se ocupó también de la educación de sus súbditos y del cultivo de las letras. Con este propósito, reformó la escuela palatina, que existía desde tiempos de los merovingios (la dinastía anterior). A esa escuela asistieron, no sólo los hijos de los nobles de la corte, sino también el propio Rey, deseoso de aumentar sus conocimientos.