3.-El hombre y la mujer, creados a imagen y
semejanza de Dios

1.- Nos maravillamos cuando observamos las cualidades y capacidades que poseemos los hombres y las mujeres

¡Se trata de la formulación más alta de la dignidad humana!

ADÁN= humanidad

2.- La expresión nos remite a varias relaciones: con Dios, la creación, los demás seres
humanos y la relación varón-mujer.

Parecidos a Él, no iguales.

nos distingue de las
demás criaturas. para Dios
somos especiales.

3.- Relación “personal”

Somos seres capaces de dialogar con Él

(S. Catalina de Siena, Diálogo 4,13)

solo el hombre es “capaz de conocer y amar a su Creador

única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma

sólo él está llamado a participar,
por el conocimiento y el amor, en la vida de Dios.

Para este fin ha sido creado

4.- Gobernamos en su nombre

somos representantes de Dios en la
creación.

El representarlo nos da la superioridad sobre el resto de los seres creados

Lo hiciste apenas inferior a un dios, coronándolo de gloria y esplendor; le diste poder sobre la obra de tus
manos, todo lo pusiste bajo sus pies (Sal 8, 6-7).

Pasa ahora a manos del ser humano para que éste la perfeccione y la dirija hacia su fin.

Dios nos ha hecho responsables de la buena marcha
de la creación,

5.- Afirma la igualdad entre los seres humanos

por naturaleza
somos iguales y nos debemos amor mutuo,

desautoriza la dominación del hombre por el
hombre.

cualquier atentado contra un
ser humano es un atentado contra Dios

6.- La humanidad no es solo el hombre o solo la mujer, sino ambos conjuntamente.

poseemos la misma dignidad,

misma
autoridad, poder y responsabilidad frente a la creación.

Ambos recibimos la bendición de
Dios.

reflejaremos mejor la imagen de Dios en la medida en que la
relación entre nosotros refleje la relación que cada uno tiene con Dios.

llamados a la comunión con Él

7.- Los cristianos estamos invitados a reproducir la imagen perfecta
que es él:

Porque a los que conoció de antemano, los destinó también desde el principio a reproducir la imagen de su
Hijo, llamado a ser el primogénito entre muchos hermanos (Rom 8,29).